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PRUEBA DE FIRME CONTROL, LA INAUGURACION DEL AIFA

Guillermo Fabela Quiñones

La inauguración del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles conforme a los planes establecidos por el presidente López Obrador con la Secretaría de la Defensa, sin salirse del presupuesto programado, más que una hazaña tecnológica es un golpe político impactante que contradice lo erróneo del punto de vista expresado recientemente por uno de los políticos más avezados del viejo régimen, Manlio Fabio Beltrones. Puntualizó que el Ejecutivo “tiene el poder pero no el control del sistema”. Los hechos están demostrando lo contrario como se evidenció en la ceremonia inaugural de la nueva terminal aérea.

Contra lo que suponen sus críticos más severos, en el lapso que lleva ejerciendo el mando de las instituciones con un estilo desconcertante, por su acendrado pragmatismo, la carga de demagogia que usa hábilmente conforme a las circunstancias, su protagonismo innecesariamente belicoso, la realidad objetiva demuestra que los poderes fácticos han comprendido que lo mejor que les pudo haber ocurrido es la llegada del controvertido político a Palacio Nacional. Su estilo personal de gobernar es idóneo en este momento histórico para enfrentar con éxito las profundas contradicciones del antiguo régimen, como lo patentiza el apoyo que ahora recibe de los sectores decisivos para mantener estabilidad económica y una gobernabilidad que no escapa de sus manos.


APACIGUAR LA VIOLENCIA EXTREMA, ASUNTO DE NEGOCIACIONES

La escalada de violencia en buena parte del país no es indicativa de ingobernabilidad sino de la descomposición social derivada del escenario de horror que creó el descontrol del tráfico de estupefacientes desde los inicios del sexenio de Carlos Salinas, agravado por la gravísima corrupción con Felipe Calderón en Los Pinos. Se trata de un tema que involucra al gobierno estadunidense por la importancia del abastecimiento de un mercado en constante ascenso en su territorio. No es un asunto que se resuelva con balazos y bombas, sino con negociaciones de muy alto nivel con los capos históricos para lograr acuerdos y que sean ellos los que pongan orden en el trasiego de enervantes, conjuntamente con ambos gobiernos.

Puede asegurarse que ningún otro de quienes trataron de cerrarle el paso a López Obrador en la contienda electoral habría logrado la estabilidad actual; vale tal afirmación por un hecho incontrovertible: sólo el político tabasqueño reunía las cualidades indispensables para romper la barrera entre las clases mayoritarias y las élites del empresariado, muro que se fortaleció con la demostración clarísima de ineficiencia, corrupción y total irresponsabilidad de los tecnócratas de la dupla PRI-PAN luego de cuatro décadas ejerciendo el poder sin otro objetivo que servir en calidad de “CEOS” de las grandes corporaciones trasnacionales industriales y financieras.

Esto se evidenció en la inauguración de la terminal aérea que al paso de los años deberá mostrar lo atinado de su construcción con perspectiva de futuro, donde se dieron cita los prohombres de los poderes fácticos en obvia demostración de apoyo al controversial político, quien ha tenido la virtud de superar circunstancias adversas, muchas de las cuales él mismo provoca tanto por su innato protagonismo como por la necesidad de crear efectos distractores que le permitan sacar adelante decisiones incluso cuestionables, contradictorias y orientadas a encubrir acciones antidemocráticas de la aristocracia oligárquica, clarísimo y grotesco ejemplo la impunidad y desparpajo con que operan en sus nichos productivos personajes como Germán Larrea y Ricardo Salinas Pliego, entre los más conspicuos.


ES COMPRENSIBLE QUE SUS ERRORES NO AFECTEN AL PRESIDENTE

La realidad concreta nos demuestra a un mandatario que tiene el control del poder en sus manos, a pesar de que él mismo se pone piedras en su camino, como su afán de confrontarse con los medios y de colocarse al filo del abismo, como lo evidencian los desacuerdos al interior de su gabinete, que deja crecer por ser parte de sus tácticas de animal político, incomprensibles para sus adversarios que lo subestiman y menosprecian mientras él se burla de ellos a sabiendas de que eso lo ayuda en su relación con las clases más desposeídas que lo ven literalmente como el “mesías” que los está cobijando con sus palabras redentoristas y dádivas “caritativas”, vitales para millones al borde de la hambruna.

Se equivoca Manlio Fabio en su diagnóstico, en tanto que sólo en los mejores tiempos del PRI hegemónico se tuvo tal control de los hilos del poder. Él debiera saberlo porque lo vivió en los inicios de su carrera, aunque ya había quedado atrás el predominio de la fracción heredera del grupo sonorense que consolidó al partido tricolor. Esta situación no hubiera sido posible con cualquiera de los adversarios de López Obrador en el 2018, incapaces de ver la dinámica histórica en su dimensión dialéctica. Esta si fue evaluada correctamente en la Casa Blanca, desde donde se puso el andamiaje con el cual se construyó el edificio llamado Cuarta Transformación.

Así lo entendió el propio candidato del nuevo partido que organizó con su astucia política, el cual controla como en su tiempo lo hizo Plutarco Elías Calles con el “abuelo” del PRI: el Partido Nacional Revolucionario (PNR). Este le sirvió para apuntalar su liderazgo en un régimen decidido a unificar las fuerzas desperdigadas en todo el territorio nacional, lo logró con mano dura y flexibilidad suficiente con la Casa Blanca para evitar un intervencionismo que pusiera en entredicho la viabilidad de la Revolución Mexicana. La coyuntura histórica previa a la Segunda Guerra Mundial contribuyó a que se diera un margen de negociaciones conveniente que derivó en la caída del Maximato callista, cuya desbocada corrupción fue mal vista en Washington.


¿NO ACTUA COMO “PROCONSUL” EL EMBAJADOR KEN SALAZAR?

En este momento, el presidente López Obrador cuenta con una poderosa red protectora que evitará su caída desde las alturas del “trapecio” en el que hace “piruetas” desconcertantes. Esta la componen los principales poderes fácticos: las Fuerzas Armadas, la cúpula económica y financiera, las organizaciones sociales más influyentes en las masas que ahora se manejan sin el peso incontrastable del corporativismo. ¿No actúa como “Procónsul” el embajador Ken Salazar? Claro que todo tiene un costo, que para el mandatario es como una inversión redituable, mientras que, como él mismo sabe, su salud resista y le permita seguir manejando los hilos del poder con la finalidad expresa de mantener un control firme sobre el régimen.

Esto explica el enojo de quienes se sienten impotentes ante el desparpajo de López Obrador, al ver que por más errores que comete, por más que lo atacan, por más trampas que le ponen se sigue manteniendo con el mismo apoyo popular con el que asumió el poder. No es que el pueblo sea sabio, sino que la mayoría aún está convencida de que el ocupante de Palacio Nacional es lo mejor que les pudo haber ocurrido. La demagogia, mientras no se desgaste, rinde buenos dividendos, eso lo tenían bien ensayado los adalides del Imperio Romano, hasta que llegó su decadencia por los excesos que hacen “perder el piso”, como le sucedió a Julio César.


MemoF.Q@hotmail.com

@VivaVilla_23



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