Libertad Diario
ACUERDOS CONVENENCIEROS EN LA RELACION BILATERAL
Guillermo Fabela Quiñones

La primera gira del presidente López Obrador por Centroamérica y Cuba, que calificó como la confirmación de que nuestro país recuperó la postura de “hermano mayor” de la Patria Grande, en política interna tendrá resultados contradictorios, que se verán reflejados en más tensiones entre los miembros del gabinete que buscan posicionarse mejor en la acelerada carrera por el relevo del fundador de la Cuarta Transformación. Aunque lo que puede ser más dramático en este tramo del sexenio, es la viabilidad de una sucesión sin más desgastes de los previsibles.
Paradójicamente, él mismo es quien todos los días coloca más leños ardiendo en la chimenea política, por su irrefrenable actitud de confrontarse con adversarios fantasmales, abriendo frentes innecesarios que lo colocan en una posición de mayor vulnerabilidad ante los verdaderos enemigos del país, no sólo de su gobierno. Como al principio de su mandato, sigue culpando al “conservadurismo” de todos los obstáculos que encuentra a su paso, cuando el enorme poder que le otorga su rango de jefe del Ejecutivo es un escudo inexpugnable para neutralizar a la oposición.
IMPENSABLE UNA LEGITIMA CONVICCION ANTIMPERIALISTA

Lo más desconcertante en este momento es su pretensión de hacer creer que su actitud política ante el gobierno de Joe Biden obedece a una legítima convicción antimperialista. Independientemente de que la misma haya sido previamente abordada en varias oportunidades con una finalidad de conveniencia mutua, particularmente entre el secretario de Estado Antoni Blinken y el canciller Marcelo Ebrard, lo cierto es que de ello se aprovechan poderes fácticos de ambas naciones para presionar al gobierno mexicano, con el manido argumento del imperativo de crear “confianza entre los inversionistas”.
La coyuntura internacional es propicia para dar paso a tácticas convenencieras. El gobierno estadunidense necesita generar simpatías en América Latina, a fin de neutralizar y revertir los avances de China en el subcontinente como lo ha estado haciendo desde hace tres lustros. De ahí que el mismo presidente Biden haya reconocido, ante Beatriz Gutiérrez Müeller, esposa de López Obrador, que su país no mira más a las naciones latinoamericanas como “su patio trasero”. Para demostrarlo (eso no lo dijo, por supuesto), acepta que el mandatario mexicano se comporte como “firme” defensor de los intereses de Centroamérica y el Caribe.
En otras circunstancias esto sería muy favorable para el mandatario mexicano, cada vez más necesitado de credibilidad ante sus excesos demagógicos que no se reflejan en la realidad. El problema se agrava por las dificultades que han comenzado a surgir después de la pandemia del Covid-19, así como la recesión derivada del conflicto bélico en Ucrania al colapsarse las cadenas de suministro a nivel global, lo cual ha derivado en mayor desigualdad, pobreza, descomposición social y, por si algo faltara, se suma ahora el fenómeno terrible de la estanflación (estancamiento con inflación) cuyas consecuencias serán cada vez más pesarosas.
SE QUITA UN PROBLEMA A EU QUE ESTA OBLIGADO A ENFRENTAR

De ahí que los resultados de la gira por cuatro países centroamericanos y Cuba, en vez de prodigarle al mandatario mexicano simpatías en el mundo, como en su tiempo las tuvo el presidente Adolfo López Mateos, hayan pasado desapercibidos, y aquí en México estén provocando críticas imposibles de contradecir. ¿Cómo calificar de falaces los dichos de que mientras aquí en nuestro país, en Chiapas y Guerrero para no ir más lejos, los problemas operativos de los programas sociales no se han solucionado, se quieran aplicar en Centroamérica?
Al gobierno de Biden se le quita un problema muy serio que por razones geopolíticas está obligado a enfrentar, sobre todo ahora que debería asumir la responsabilidad histórica de las consecuencias de tantos años de explotación de esa región del subcontinente, la que más expulsa a migrantes por hambre y miseria extrema. Supuestamente se había comprometido a aportar 4 mil millones de dólares a los gobiernos centroamericanos para paliar el fenómeno; no lo ha hecho, como lo recordó López Obrador.
SE ACEPTAN BALANDRONADAS, NO CAMBIOS ESTRATEGICOS

El mandatario mexicano asumió el compromiso de apoyar a los pueblos centroamericanos en sus propios países para frenar la ola migratoria; aparte del que está cumpliendo, hasta ahora, como país carcelario que le endilgó el ex presidente Trump. ¿En qué beneficia esta responsabilidad al pueblo mexicano, afectado por lastres terribles acumulados en la etapa neoliberal que se mantienen intocados? ¿Es un consuelo que la tasa inflacionaria de Estados Unidos sea mayor en un punto porcentual a la de México? ¿Nos benefician en algo las extraordinarias ganancias que han obtenido las grandes trasnacionales estadunidenses con la pandemia y ahora con la guerra en Ucrania? ¿Se ha frenado la inseguridad, los asesinatos de periodistas, la impunidad?
No debe alarmarnos que el mandatario mexicano “amenace” con no acudir a la Cumbre de las Américas en Washington, en el caso de que la Casa Blanca no acepte su propuesta de que ningún país del continente sea excluido. Se le aceptan sus balandronadas mientras no pase a estrategias que cambien la correlación de fuerzas en la región ni afecten a las trasnacionales que se benefician con la relación bilateral dictaminada en el TMEC. En la actual coyuntura geopolítica global, Estados Unidos necesita una América Latina unida a su proyecto de dominación unipolar.
Lo hará de cualquier modo, por eso lo que nos queda como pueblos uncidos al fatalismo del autoproclamado Destino Manifiesto, es actuar con plena objetividad, realismo y conciencia histórica. La salvación de la humanidad la determinan estos tres requisitos, única opción para evitar la conflagración atómica a la que quiere llegar el Grupo de los Siete, con Estados Unidos a la cabeza, por no aceptar la coexistencia pacífica con Rusia y China que pondría fin al armamentismo como motor de la economía.
Twitter: @VivaVilla_23

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