Guillermo Fabela Quiñones
APUNTES…
Con la amenaza de que la “cuesta de enero” se prolongue todo el año iniciamos el 2022 en un entorno muy preocupante. Por donde quiera que se mire vemos problemas que se agravan al paso del tiempo, cuando esperábamos que para estas fechas se vería el final del túnel en que nos metió un régimen entregado por entero al desmantelamiento del Estado con el objetivo perverso de aprovechar en beneficio del mejor postor los bienes de la nación. En el cuarto año del régimen que prometió enmendar la plana a la tecnocracia rapaz y apátrida, la realidad nos muestra que lo único que cambió es el modo de ejercer el poder por el Ejecutivo federal.
En este lapso se pasó de la esperanza a la incertidumbre, cada vez con mayor escepticismo sobre el futuro que nos espera porque no hay visos de que el presidente López Obrador tenga intenciones de reflexionar siquiera sobre el rumbo de su mandato, el cual de proseguir como va nos llevaría a la meta trazada por quienes tienen la fuerza y capacidad de imponer sus intereses: la cúpula oligárquica que se ha fortalecido gracias a las políticas públicas de la Cuarta Transformación, cruel paradoja imposible de desmentir por las evidencias que vemos cada día.
ESTRATEGIA OBVIA: SUSTITUIR RACIONALIDAD POR DEMAGOGIA
La estrategia del actual régimen ha sido muy clara desde el principio: sustituir la racionalidad política y económica por la demagogia con el fin avieso de confundir a la sociedad mayoritaria y así tener más capacidad de maniobra en beneficio de los mismos que surgieron como factor hegemónico gracias a la tecnocracia neoliberal. Por eso, en vez de tener como prioridad la solución a los problemas de la dramática inestabilidad social, desigualdad económica, pérdida creciente del Estado de derecho, así como corregir las causas estructurales de la pobreza, la encauzó a sus proyectos personales que ocultó con el lema “por el bien de México primero los pobres”.
En este cuarto año del régimen la pobreza no se ha reducido, sino que ha seguido el proceso inercial auspiciado por la tecnocracia, no obstante los programas sociales que sólo mitigan la pobreza extrema y permiten que no se desborde el enojo de los más de treinta millones que votaron por el actual mandatario, al ver que sus expectativas de una vida mejor se alejan en vez de cumplirse. Todo esto ahora está adquiriendo tonos más oscuros y sangrientos por la impunidad reinante, problema que parece estar favoreciendo la geopolítica del nuevo factor de poder real en el país: el narcotráfico.
LA SALIDA DE CITIGROUP, COMO “ANILLO AL DEDO”
Esta realidad subyacente se mantiene así por la habilidad de un gobierno que opera la propaganda política con conocimiento de causa y efecto, como se ha evidenciado con claridad. El presidente López Obrador no ha tenido, hasta el momento, ningún impedimento objetivo a su labor centralizadora del poder. Esto sería positivo para la nación si su proyecto estuviera orientado a una democratización real del Estado, no es así, aunque enmascare su verdadero cometido con el disfraz de la “participación ciudadana”, el cual utiliza cuando le conviene y sin una finalidad que afecte el rumbo de sus planes de mediano y largo plazos.
Así como la pandemia le cayó al mandatario “como anillo al dedo”, así también lo hará la salida (a medias) de Citigroup de nuestro país. Le servirá para negociar apoyos a su gobierno del selecto grupo que opera la banca en México. El colmo sería que la compra de los activos que deja el banco estadunidense la hiciera el magnate Ricardo Salinas Pliego. Como quiera que sea el desenlace de este gran negocio, lo cierto es que dará margen para que el Presidente mantenga intacta su capacidad para maniobrar en las alturas del poder económico, al cual sirve como su verdadera prioridad. Así ha dejado constancia en los tres primeros años de su mandato.
Twitter: @VivaVilla_23
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