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La Cuarta Transformación y la Ciencia de Lenin

Actualizado: 25 abr 2020

Por: Pedro Nuñez



En estos días en que recordamos al gran científico revolucionario Lenin por el 150 aniversario de su natalicio, es inevitable hacerse grandes cuestionamientos sobre la situación política y el rumbo que toma el país.

1. Los logros de la 4T

El Movimiento de Regeneración Nacional, convertido en partido político en 2014, ya cumplió su primera tarea histórica de llevar a Andrés Manuel López Obrador a la presidencia, valiéndose de, entre otros, el recurso de alianzas pragmáticas tanto en el ámbito político –dejando entrar quizá a demasiados oportunistas a sus filas– como con ciertos sectores del empresariado mexicano, incluyendo al más poderoso, Carlos Slim.

Como segunda tarea, el movimiento ahora asumido como la Cuarta Transformación (4T), logró reformar leyes que tocaban puntos importantes para dar pasos adelante: la extinción de dominio, la reducción de salarios de altos funcionarios, el cese al chayote en medios de comunicación, la conversión de la corrupción y los delitos electorales en delitos graves, la cancelación de la reforma educativa, la revocación de mandato y, quizá la más importante a nivel social, la reforma al artículo 4º Constitucional para hacer ley las pensiones a adultos mayores, las pensiones para personas con discapacidad, y el sistema gratuito de salud para el bienestar. 

2. Sin dialéctica no hay paraíso

Estos primeros logros son aplaudibles, pero, quienes se duermen en sus laureles, parecen desconocer dos importantes principios de la dialéctica: que nada es estático, es decir, que todo está en constante movimiento; y que los grandes cambios generan una reacción o un opuesto que entra en contradicción con ellos. Por lo tanto, más importante que el triunfo mismo o el avance en cierta reforma, es asegurar la preservación de éste y de todas las transformaciones que implica, sabiendo adaptarse, cambiar de tácticas y mover piezas, consecuentemente.

Por último, bajar la guardia, olvidando que conquistar los aparatos del poder ejecutivo o legislativo en una democracia burguesa es sólo apoderarse de un eje, de una trinchera en la superestructura, es un error que te puede costar la cabeza. El aparato del poder judicial, encargado del acceso y administración de la justicia, bien resguardado bajo mecanismos que garantizan que no los toquen “ni con el pétalo de una rosa”, aún sirve a la oligarquía y a su distorsionada concepción de la justicia. Y ni hablar del eje cultural, de las creencias, los valores, las motivaciones, y el “software” con el que se programa a los ciudadanos del estado burgués. La totalidad del estado aún está lejos de conquistarse, y así, la transformación en el eje de la infraestructura y de la economía política.


3. Pretender luchar sin armadura

Parece que estos importantes principios de la dialéctica materialista, con los que Lenin siempre se armó y jamás olvidó, no han sido estudiados a fondo, o siquiera revisitados por los elementos que integran la Cuarta Transformación. Las circunstancias actuales señalan claros intentos de desestabilización por parte de la reacción engendrada por los logros de las dos tareas anteriores, para dejar el terreno listo y asestar el golpe que tumbe a Andrés Manuel y, por inercia, a la 4T. Esta condición establece, forzosamente, como tercera tarea luchar contra esos intentos de desestabilización y contrarrestar el golpe a asestar.

No es ningún secreto que para cualquier lucha son fundamentales una buena organización, una estrategia con bases sólidas y acordes al problema contra el que se lucha, y una serie de tácticas que permitan cierto nivel de pragmatismo. Lamentablemente, para la tarea actual, no se percibe una buena organización (el partido es un caos y no se forman cuadros), la estrategia parece no haberse adecuado al problema en cuestión (mismo modelo de gobierno y de comunicación que en la primera fase), y las tácticas se han devuelto en dogmáticas (austeridad y recortes al gobierno como dogma, por ejemplo).

Particularmente grave es la negligencia en el tema de la organización y la formación de cuadros, pues resulta fundamental para la continuidad, fuerza y constante refrescamiento de cualquier régimen que pretenda ser soberano, autónomo, y que procure la causa del pueblo. ¿De qué sirve tanta lucha, tanto esfuerzo, tantas reformas, tantos cambios, si a la hora de dar continuidad, de actualizar las bases conforme al clima económico y político global, y el desarrollo de fuerzas productivas, no se formaron cuadros capaces, conscientes que sepan combatir la propaganda y las mentiras de las grandes corporaciones?

4. Un paso adelante, dos pasos atrás

Andrés Manuel López Obrador y su movimiento Morena llegaron al poder mediante una paliza masiva a los contrincantes, con 30 millones de votos en las urnas. No obstante, es claro el atraso y analfabetismo político en la mayor parte del país: la mayoría de sus votos provienen de millones de mexicanos sumidos en la pobreza por la farsa neoliberal durante 6 sexenios en el país, y muchos de ellos ven a la figura de Andrés Manuel López Obrador como un destello de luz, como una ventana a su salvación de la pobreza y a una vida mejor, y no los culpo en lo absoluto.

Sin embargo, ni el hartazgo frente a las políticas neoliberales de la derecha, ni el rechazo a sus representantes, así como la pura esperanza e ilusión de algo mejor, son suficientes para evitar el retorno de la derecha, que pretende golpear con una fuerza inversamente proporcional a la que levantó a la centro-izquierda socialdemócrata en Latinoamérica (véanse Bolsonaro tras Lula y Dilma, Jeanine Añez sobre Evo Morales, el intento de Guaidó tras Chávez-Maduro, Lenín Moreno tras Correa, Macri tras los Kirschner).

Pareciese que ningún líder de esta “izquierda” latinoamericana contemporánea ha leído a Lenin, y si sí, que lo han olvidado o no han comprendido lo leído. Grandes textos como "¿Qué hacer?", "¿Quiénes son los amigos del pueblo y cómo luchan contra los socialdemócratas?", "Un paso adelante, dos pasos atrás", "La enfermedad del infantilismo de izquierda en el comunismo", por sólo mencionar algunos, abarcan todos estos temas. Y no estoy diciendo que haya que seguir estos textos al pie de la letra o imitarlos tal cual, más bien, lo que habría que hacer es leerlos en su contexto y circunstancias históricas, y aprender las lecciones que ellos dejaron para, nosotros, con nuestras propias circunstancias materiales, empezar a construir la verdadera vanguardia de la liberación.

5. Impedir la desestabilización oligárquica

Para combatir la desestabilización se requiere de conciencia de clase, de la enseñanza de la historia material y de las ideas, del pensamiento económico, del pensamiento político, del socialismo científico y de un proyecto de continuidad acorde. Recordemos que la derecha y el capitalismo, en tiempos de crisis y desesperación, tienen a su "ultimate weapon", el fascismo, que, con la ayuda de populismos baratos, nacionalismos irracionales y el fuerte control corporativista de los medios de comunicación, manipulan a la población.

Si Andrés Manuel quiere dejar de dar dos pasos hacia tras cada que da uno adelante en su gobierno y con sus reformas, debe estar acompañado de un partido que forme cuadros políticos de izquierda y se renueve constantemente para no caer en el atraso, el estancamiento, la obsolescencia, y la entrada y aferro de los oportunistas, además de una estrategia integral de comunicación en el nuevo ágora llamado ciberespacio, para evitar estas ya tan repetidas tragedias en las que suelen caer los socialdemócratas.


6. Lenin, el gran maestro de la filosofía de la praxis

Estas, entre muchas otras, son enseñanzas que podemos recoger de Lenin, y que jamás debemos olvidar. Como dijo Georg Lukács: “Lenin, mejor que nadie, supo comprender la actualidad de la Revolución en su tiempo. Y con ello se refiere al estudio de todos y cada uno de los problemas particulares del momento en su concreta relación con la totalidad histórico social”.

Esta actualidad de la revolución de la que habla Luckács, se convirtió en el criterio de Lenin con el cual tomar las decisiones pertinentes en todos los problemas cotidianos: cuáles son las tareas inmediatas del partido, qué políticas adoptar, qué caminos tomar, qué alianzas forjar, bajo qué circunstancias ceder, bajo cuáles ser intransigente, etc; en otras palabras, el criterio que hace que cualquier acción tenga carácter de revolucionaria o contrarrevolucionaria.

Tanto Marx como Lenin lograron ver el todo en las partes, el macrocosmos en el microcosmos, penetraron en la verdadera esencia de una época, en su verdadera tendencia primordial, viva y efectiva. Ambos percibieron más allá de un conjunto de acontecimientos de su tiempo, más allá de los datos inmediatos, la tendencia histórica del desarrollo de las sociedades, y convirtieron la tendencia de su época, la revolución proletaria, en el hilo conductor indiscutible de todos los problemas del día, tanto de los políticos como de los económicos, y de los teóricos como de los prácticos.

Pero, Lenin, dio un paso más adelante y convirtió al marxismo en algo eminentemente práctico. Abordó todas las cuestiones: las concernientes a la agitación, a la organización, a la lucha, y a la construcción de una nueva era. Supo conjuntar la filosofía, la política, la economía, la cultura, la ciencia avanzada y las ciencias militares para encausarlas a la liberación de la humanidad.

Ninguno de sus contemporáneos ni rivales ideológicos, frente a los cuales defendió la doctrina de Marx de todas sus mistificaciones, tergiversaciones y deformaciones, supo hacerlo. Para darse cuenta, basta observar cómo todas aquellas corrientes contra las cuales combatió Lenin condujeron, en los distintos países de Europa, a la crisis del movimiento revolucionario, a la traición del movimiento revolucionario y a su rotundo fracaso.

Estas lecciones del más grande zoon politikon de la historia, son las que cualquier persona que pretenda hacer praxis política, incluido Andrés Manuel y, sobre todo, los diputados, senadores, legisladores, secretarios de estado y funcionarios públicos que conforman la 4T, deben estudiar, asimilar y poner en práctica, conforme a su contexto sociohistórico particular. Aquellos que no lo entiendan, jamás trascenderán de la mediocridad, y cualquier intento de transformación que emprendan, estará destinado al fracaso.

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