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César Núñez Ramos, Requiescat in Pace.


Por: Pedro R. Núñez


Dejando a un lado las purezas ideológicas, las discusiones teóricas, los desacuerdos y discrepancias que uno pueda tener con el camino que eligió mi padre, nadie que lo haya conocido puede negar su carácter de hombre honesto, austero, humilde, íntegro, tenaz e incorruptible, que nunca pretendió ser más que nadie ni estar por encima de nadie.


Desde su formación en la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, Raúl Isidro Burgos, su paso como maestro rural en municipios tan poco conocidos como Xochihuehuetlán, la fundación del Partido Comunista en Guerrero, su viaje a la Unión Soviética, su apoyo al Partido de los Pobres y a Lucio Cabañas, el legado del Movimiento Revolucionario del Magisterio y la conformación de la CNTE, la coalición del Frente Democrático Nacional, hasta la fundación del Movimiento de Regeneración Nacional en Guerrero, César Núñez es un más que Siervo de la Nación, es un ejemplo de lucha y trabajo por la justicia y dignidad de los pobres y oprimidos.


Habrá oportunistas, ambiciosos y ventajistas que se usarán su nombre y su historia de lucha social para sus fines políticos personales, así como adversarios que en vida lo calumniaron y atacaron, pero hoy bañarán su persona en discursos de honra, estimación y decoro. Mi padre ya está más allá de eso, porque conoció las condiciones de materiales e históricas de su estado y del país en su momento, y su legado quedó en sus cuadros, en sus compañeras y compañeros de día a día que saben perfectamente el tipo de hombre que fue y el trabajo incansable que en toda su vida realizó.


Tanto sus principios como su praxis social para la transformación quedarán plasmadas en la vida y memoria de los compañeros de morena en Guerrero y todos los que, desde mucho antes, lo acompañaron o coincidieron en algún punto durante su camino.


Me da tanta impotencia no saberme bien toda su historia para poder escribirla o siquiera contarles un poco más aquí y ahora, pues poco tiempo hemos tenido para convivir porque siempre le "estorbó" en la vida familiar y nuestra relación padre-hijo, la transformación de la vida pública y política del país. No obstante, comprendo que, de "estorbos" así, no tiene uno más que alegrarse, ya que, como dijo Lenin al dejar inconcluso el último capítulo de El Estado y la Revolución —guardando muy debidamente sus respectivas proporciones y condiciones historicas—: "Es más agradable y más provechoso vivir la experiencia de la revolución que escribir acerca de ella".


Hasta siempre, CNR, viejo querido.




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