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  • Foto del escritorLibertad Diario

¿BARCO A LA DERIVA EN EL MAR PROCELOSO?

Guillermo Fabela Quiñones

APUNTES…


La embarcación llamada Morena enfrenta el reto de mantenerse a flote, riesgo evidente por los agujeros que sus propios tripulantes, incluido el capitán, han estado haciendo sin ponerse a pensar en las consecuencias. Como están las cosas, pareciera un barco a la deriva, no obstante que el timón está fuertemente asido por el comandante, pues cuando se avizora un sitio de abrigo al temporal, se aleja de éste para meterse de nuevo en aguas tenebrosas, arrastrado por las corrientes submarinas.


Vale tal símil marinero por la realidad que está viviendo el país, de tiempos tempestuosos que se pudieron haber evitado; pero en vez de buscar aguas calmadas, el capitán insiste en meterse entre los temporales que arrecian mientras más pasa el tiempo. En este momento, Morena está como el Bounty, el barco de la armada británica que en 1789 fue escenario de un motín histórico que obligó a la monarquía a modificar leyes marítimas, y evitar otro amotinamiento por abusos del responsable a bordo.

CORRUPCION DE LA JUDICATURA NO ACABARA EN DOS AÑOS


Así es como se observan algunas iniciativas del presidente López Obrador, por ejecutarlas de modo que da margen al escándalo, a la crítica y al escarnio. Pareciera que lo hace a propósito, con una finalidad ajena al objetivo buscado, como acontece con la prolongación del periodo constitucional del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) por dos años, a fin de que permanezca en su puesto el resto del sexenio. El propósito, afirma, es asegurar la limpieza del Poder Judicial, finalidad sin duda irrenunciable, vital para el futuro del país.


Sin embargo, las aguas procelosas continuarían al interior de la embarcación, pues la corrupción en la Judicatura no se acabará en dos años, aunque el magistrado Zaldívar continuara en su función; lo que se necesita es evitar que el barco se hunda, y esto se lograría no sólo arrojando las ratas al mar, sino calafateando todos los agujeros y que el capitán asuma su tarea con pleno sentido de la realidad, sin meterse en remolinos de manera innecesaria.


Es referencia obligada, por venir al caso, el contraste entre el presidente Joe Biden y el mandatario mexicano, quien llegó a la Presidencia con plena legitimidad, con aguas tranquilas por la esperanza que infundió en el pueblo. Calmó los vientos que amenazaban convertirse en fuertes huracanes. Biden, por su lado, no perdió tiempo; de inmediato actuó como capitán de un gran barco a punto de zozobrar por los abusos, racismo y tropelías de su antecesor. Apenas tomó asiento en la silla detrás del principal escritorio de la Casa Blanca, empezó a firmar Órdenes Ejecutivas, a fin de cumplir las promesas de campaña. Nadie lo acusó de dictador.

SE MINIMIZAN O SE PIERDEN PASOS CON BUEN RUMBO


En cambio, el presidente López Obrador inició su tarea lanzando redes al mar en busca de tiburones; los encontró, por supuesto, y de inmediato empezaron las tarascadas que él mismo buscó, olvidándose de actuar como era lo deseable en temporada de huracanes. Parece que así fue su táctica desde un principio: desviar la atención de los tiburones, dejando intocadas las causas concretas que durante cuatro décadas permitieron se llenaran de ratas bodegas y sótanos de la embarcación llamada México.

Ahora, su trabajo es muy cuesta arriba, pues no se ha hecho nada efectivo contra las alimañas. De ahí que busque cómo compartir su función de capitán, no ser el único culpable del amotinamiento que se avizora en la embarcación denominada Morena. Lo malo de todo esto es que se minimizan o se pierden pasos con buen rumbo, como la Ley de la Industria Energética y la encaminada a regular la subcontratación de trabajadores. También corre peligro la iniciativa de Ley Federal de Cinematografía y el Audiovisual, importantísima para impulsar la industria cinematográfica y la educación.

Aun sin ser aprobada en el Senado, esta ley ya está siendo atacada en Estados Unidos, porque obligaría a cines y plataformas digitales reservar 15 por ciento de tiempo de pantalla y contenidos a producciones mexicanas. Cabe recordar que la antigua Ley de Cinematografía obligaba a dar 50 por ciento de exhibición a películas nacionales. Se empezó a decir que tal ley “violaría el T-MEC firmado en 2020”. Se avizoran tiempos más tempestuosos.


Twitter: @VivaVilla_23





Las ideas argumentos y análisis expuestos, son responsabilidad de sus autores y no necesariamente coinciden con el criterio de ciencialibertad.org


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